¿Qué vacuna es mejor?

15.02.2021

NOS HEMOS MUDADO

Empezamos un nuevo proyecto llenos de ilusión, más completo, con infografías y con un programa semanal en radio!

Lee este artículo y muchos más en la nueva web:

www.ojo-con-la-ciencia.webnode.es

Y síguenos en Instagram.

------------------------------------------------------------------- 

"A mí que me pongan la de Pfizer" ; "Yo me espero a la Española" ; "Yo me fio más de la de AstraZeneca" son frases que todos hemos podido escuchar en alguna conversación sobre el omnipresente tema de las vacunas y SARS-CoV2.

Muchas de esas preferencias se emiten basándonos en pequeños detalles que creemos conocer pero, si no elegiríamos una casa basándonos únicamente en el color de la fachada, ¿Podríamos decidir qué vacuna es mejor basándonos en un dato que puede ser que ni siquiera comprendamos totalmente? 

¿Se pueden comparar las vacunas alegremente entre sí?

La respuesta rápida es no. La eficacia de cada vacuna ha sido medida en condiciones diferentes y, entre otras muchas diferencias, podemos resaltar cuatro aspectos:

En investigación clínica, sólo se puede realmente comparar dos fármacos si se estudian juntos en las mismas condiciones y en la misma población, estudios que conocemos como Head-to-Head (Que podría traducirse como un mano a mano). Estos estudios no se han realizado para COVID-19 por lo que no es posible comparar las vacunas.

¿Qué aprendemos de un ensayo clínico?

Los ensayos clínicos nos dan mucha información sobre los fármacos y sobre cómo mejoran las patologías en estudio. Pero, además de arrojar luz sobre si un fármaco es útil o no, los ensayos clínicos pueden dar pistas de cómo mejorar su uso y conseguir una mayor efectividad o una mayor seguridad.

Así, por ejemplo, Astrazeneca observó en sus ensayos que podía conseguir un mejor resultado si dejaba pasar entre 9 y 12 semanas entre la primera y la segunda dosis de su vacuna. Esto hace que algunos países recomienden este intervalo más amplio, lo cual podría arrojar una mayor efectividad de la vacuna con respecto a la eficacia observada en los ensayos clínicos.

Además, entender los entresijos de un ensayo clínico no es sencillo, y leer un ensayo clínico con ojos inexpertos puede hacernos caer en errores de interpretación. Los ensayos tienen cierta variabilidad y la eficacia no está escrita sobre piedra. Muchos factores contribuyen a la eficacia observada. 

Por ejemplo, si esperamos que nuestra vacuna actúe peor en poblaciones de edad avanzada, o en personas con muchas comorbilidades, la inclusión de éste tipo de pacientes hará que la eficacia global que observemos sea menor. Sin embargo, sin incluir una cantidad razonable de estos pacientes ¿Cómo aplicaríamos estos ensayos a nuestra población?

Los seres humanos somos muy diversos: tenemos edades diferentes, complexiones diferentes, una genética diferente y tenemos patologías diferentes. La diversidad en la población incluida en los ensayos clínicos es clave. Por un lado nos permite extrapolar mejor los datos a la población entera y por otro lado nos permite ver en qué subpoblaciones la vacuna es más eficaz.
Los seres humanos somos muy diversos: tenemos edades diferentes, complexiones diferentes, una genética diferente y tenemos patologías diferentes. La diversidad en la población incluida en los ensayos clínicos es clave. Por un lado nos permite extrapolar mejor los datos a la población entera y por otro lado nos permite ver en qué subpoblaciones la vacuna es más eficaz.

Esto hace que decir "esta vacuna es mejor" basándonos en un único dato extraído del análisis preliminar de ensayos clínicos sea, sin duda, un error.

¿Qué hace una vacuna mejor?

Hay muchísimos aspectos que entran en la discusión sobre si un medicamento es mejor que otro y muchas veces la pregunta es: Mejor ¿en qué sentido? 

Las tres vacunas aprobadas por el momento en España redujeron en ensayos clínicos la hospitalización de pacientes vacunados en al menos un 90%. 

La mayoría de gente emite una preferencia basándose en el dato de reducción de casos sintomáticos de COVID-19: Pfizer y Moderna estarían cercanos al 95% y Astrazeneca al 60%. Sin embargo, aún sin tener en cuenta la enorme variabilidad entre ensayos clínicos que hemos discutido antes, el dato nos da únicamente una información parcial. 

Aparte de la eficacia en reducir casos sintomáticos de COVID-19 hay muchos otros parámetros a tener en cuenta antes de determinar si un producto es mejor que otro. A continuación los analizamos brevemente:

  • Una vacuna será mejor cuanto más asintomáticos evite. Ahora sabemos que gran parte de los contagios se dan a través de personas asintomáticas. Una vacuna que evite este tipo de infecciones sería la mejor. Hoy en día sólo Astrazeneca ha dado algún dato, aunque muy preliminar, de reducción de casos asintomáticos.
  • Una vacuna será mejor cuanto más tiempo proteja. A día de hoy no sabemos cuál de las vacunas disponibles ofrece más protección a largo plazo. No quiere decir esto que no ofrezcan protección a largo plazo (varios años), de hecho hay indicios que indican que sí, simplemente no sabemos si habrá que revacunarse de alguna o de todas las vacunas dentro de unos años.
  • Una vacuna será mejor cuantas más poblaciones vulnerables proteja. Muchas poblaciones vulnerables son, por cuestiones éticas o prácticas, excluidas de los primeros ensayos clínicos. Es su uso una vez comercializado o estudios clínicos posteriores los que ayudan a los profesionales a decidir si administrar o no el producto en determinadas poblaciones. Puede ser que una vacuna sea mejor (o al menos, dé más información) en una determinada población, pero no en otras.
  • Una vacuna será mejor cuanto más ventajas logísticas tenga. No podemos olvidar que, si no se vacuna una cantidad mundialmente aceptable de personas, podremos asistir a una cronificación de brotes de COVID-19. Suele ser preferible una vacuna de una dosis a una de dos dosis, si es posible que se pueda conservar a temperatura ambiente y que permita gran flexibilidad entre primera y segunda dosis. Hay lugares del mundo en los que una vacuna que necesite una conservación a -70ºC es difícilmente viable.

Entonces.... ¿Tiene sentido comparar las vacunas?

Como hemos visto a lo largo del artículo, ahora mismo no tiene ningún sentido comparar vacunas entre sí. En una época en la que las vacunas son escasas, sucumbir a la tentación de comparar de manera simplista, sobre todo menospreciando alguna de ellas, puede aportar más mal que bien.

La decisión de qué vacuna utilizar es complicada y debe tener en cuenta muchos parámetros distintos. Simplificar esta compleja decisión terapéutica, basándose únicamente en el dato de eficacia de reducción de casos sintomáticos en un análisis preliminar, es un grave error.

Aparte de obviar que la mejor vacuna no es sólo la más eficaz, y que entre eficacia y eficiencia hay algo más que una diferencia dialéctica (Recordad este artículo publicado hace unas semanas), puede estigmatizar un tratamiento y aumentar el recelo hacia algunas vacunas.

Todas las vacunas aprobadas por la EMA tienen un gran respaldo científico y aseguran unos estándares de calidad bastante altos. Si las vacunas aprobadas no fuesen buenas o útiles, no habrían pasado el filtro de las agencias reguladoras y de los expertos que las componen. 

Finalmente debemos recalcar que las vacunas no son incompatibles entre sí. Podría darse el caso que, dentro de unos años, volvamos a ser vacunados con una vacuna distinta contra el mismo virus. Nos podrían recomendar una vacuna que nos ofrezca más protección, que sea menos sensible a diferentes cambios en el virus o que refuerce nuestras defensas. Ninguna vacuna es perfecta, pero no por ello dejan de ser un producto vital para protegernos de la COVID-19. 

La Inmunidad de Rebaño
Todos los derechos reservados 2021
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar